Ella, consciente de su inconsciencia, y con una voz entrecortada, le decía ... "Desde que apareciste en mi vida , se me está cayendo el mundo, mi mundo.
Ya, nada está en su sitio. Siento un constante seísmo que provoca ... que mis prioridades se estén resquebrajando, que mis sentimientos se estén desviando , y que mi lealtad... poco a poco se esté desmoronando. Todo se está convirtiendo en un desorden y se está volviendo un caos. Hasta el punto, en que hay momentos ... en los que mientras tu ausencia se me despeña por cada rincón, me tropiezo con su presencia.
Temo por esa grieta que está abriendo en mi corazón y me angustia observar como se tambalean los cimientos de mi razón .
Y temo .... porque todo se me derrumbe".
Él, experimentado en la materia y sin inmutarse, le aconsejaba... "Tienes dos opciones, o comienzas a apuntalar tu mundo evitando que se te derrumbe lo que tienes ,o más bien lo que te queda , y ... te acostumbras a vivir con ello el tiempo que esos puntales te lo permitan. O , eres tú misma quien demueles lo que te rodea y comienzas una construcción nueva , con la posibilidad de proyectarla para que se adapte a aquello que deseas.
Ante tal situación no hay temores que valgan, sólo decisiones que cuestan."
Yo, que estaba en la silla de al lado, continué leyendo el libro que tenía entre mis manos , y disimulé como la que no había oído nada , mientras tal vez solo pensaba que... "con cualquier cosa estoy mona!"
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